Magdalena S\u00e1nchez de Bustamante dice que conoci\u00f3 la diversidad cultural un verano hace treinta a\u00f1os. Ten\u00eda unos siete u ocho a\u00f1os y estaba en Santa Isabel, la finca familiar en las afueras de San Salvador en la que viv\u00eda. Male era la \u00fanica mujer de tres hermanos y, estando sola en el campo, a veces se aburr\u00eda un poco. Era diciembre, el galp\u00f3n de al lado se llen\u00f3 de chicos: familias enteras que ven\u00edan de Bolivia y los pueblitos del norte a trabajar en la cosecha de tabaco.\u00a0\u201cMe acuerdo que ve\u00eda todos esos chicos de mi edad y me mor\u00eda por irme ah\u00ed, a jugar con ellos. Como a mi pap\u00e1 no le hac\u00eda gracia que me fuera sola, yo le ped\u00eda a la Dominga (la se\u00f1ora que cocinaba en casa) que me lleve con ella y me iba. Me pod\u00eda pasar el d\u00eda entero entre enca\u00f1aderas y conventillos, \u00a1para m\u00ed era la felicidad!\u201d, cuenta. \u201cCuando uno es chico hay cosas que no entiende o no vive mal, pero s\u00ed me acuerdo de volver a casa -una casa grande, con gente que trabajaba ah\u00ed- y sentir que hab\u00eda algo diferente entre nosotros. \u2013<\/em>reflexiona\u2013Son cosas que te marcan, o por lo menos yo siento que a m\u00ed me marc\u00f3 mucho\u201d.\u00a0<\/em>Esos veranos entre tabacales son uno de los recuerdos m\u00e1s lindos que le quedan de su infancia adem\u00e1s de una experiencia clave para lo que sigue despu\u00e9s: casi veinte a\u00f1os de trabajo en las comunidades de la Puna y el Valle juje\u00f1o.<\/p>\n \u201cNuestro caso es particular porque por un lado tenemos esa cosa libre y viajera que nos meti\u00f3 mi mam\u00e1 pero tambi\u00e9n un costado tradicional muy fuerte de la familia juje\u00f1a t\u00edpica de apellido, \u00a1con todo el bagaje que eso implica!<\/em>\u201d, dice Male. Estamos sentadas en la galer\u00eda de la casa que empez\u00f3 a construir a los treinta a\u00f1os, cuando volvi\u00f3 a Jujuy despu\u00e9s de seis meses viviendo en Ginebra y otros cuatro en Cuzco. \u201cMi idea era hacerme una especie de loft como para quedarme cuando estaba ac\u00e1. Quer\u00eda evitar la p\u00e9rdida de plata que implica alquilar y rescindir contratos todo el tiempo<\/em>\u201d, cuenta. El ambiente que construy\u00f3 en ese entonces es una parte del living de ahora; la cocina y el cuarto de M\u00e1xima estuvieron entre las primeras modificaciones que hubo que hacer para que lo que iba a ser el b\u00fanker de una soltera trotamundos se convierta en la casa de familiar en la que nos recibe. \u201cMi mam\u00e1 fue la primera en venirse para ac\u00e1, construy\u00f3 en el terreno de al lado cuando esto era un potrero<\/em>\u201d, cuenta Male. La casa est\u00e1 a los pies de un cerro a pocos kil\u00f3metros de \u00c1valos, la finca de su abuela en la que se cri\u00f3. El jard\u00edn tiene toda la exuberancia que puede tener uno al l\u00edmite de las yungas, en un lugar subtropical como Jujuy.<\/p>\n Male es hija de Agustina Roca, una antrop\u00f3loga que despu\u00e9s de casarse y tener tres hijos decidi\u00f3 inscribirse en la facultad y empezar un trabajo enorme con las comunidades de la Puna. \u201cMi mam\u00e1 hab\u00eda ido a un colegio de monjas austr\u00edacas que desde chiquita la llevaban en misiones a la Puna. De ah\u00ed nace su enamoramiento<\/em>\u201d, cuenta su hija. Los viajes a la zona m\u00e1s \u00e1rida de la provincia son una constante en todos los momentos de su vida, primero como acompa\u00f1ante de su mam\u00e1, despu\u00e9s como colega en la Warmi (una ONG de la que su mam\u00e1 fue una de las fundadoras) y hoy por Sariri, su propio proyecto. A su madre y a su marido, Ra\u00fal, un economista siete a\u00f1os menor al que conoci\u00f3 cuando estaba estudiando, les debe m\u00e1s de una buena decisi\u00f3n. La primera, la de irse de intercambio a Holanda a los 16 a\u00f1os. La llegada a la casa de una familia con la que no pod\u00eda comunicarse m\u00e1s que por se\u00f1as, la bicicleta que le entregaron el d\u00eda que lleg\u00f3 y las recorridas por los barrios de inmigrantes son parte de los recuerdos que Male tiene de su paso por Wormerveer, un pueblito a 20 kil\u00f3metros de Amsterdam. \u201cPara m\u00ed que ven\u00eda de Jujuy todo era un mundo nuevo: el barrio de los \u00e1rabes, el de los musulmanes, el de los jud\u00edos\u2026 Eran todas culturas que yo no conoc\u00eda y descubrir esa diversidad fue fascinante. Creo que esa experiencia fue la que termin\u00f3 definirme por la antropolog\u00eda<\/em>\u201d, reflexiona. Un a\u00f1o despu\u00e9s, Male se inscrib\u00eda en la UBA aunque no fue ah\u00ed donde se recibi\u00f3 sino en la de Jujuy.<\/p>\n Hay un tapiz colgando encima del sill\u00f3n del living, una manta color crudo bordada con flores de colores. \u201cFue uno de los primeros que hicimos, si mir\u00e1s bien se nota por lo sencillo de los puntos y algunos errores, pero a m\u00ed me encanta justamente por eso<\/em>\u201d, dice Male. Alegre y colorida, la casa en la que vive con su marido, Daniel, y su hija, M\u00e1xima, tiene muchos elementos de la cultura andina llevados a un lenguaje contempor\u00e1neo. Sillas panton de acr\u00edlico, v\u00edrgenes y altares norte\u00f1os y textiles artesanales conviven en el living comedor sin esfuerzo. Esa est\u00e9tica que propone en su casa es la que hace diez a\u00f1os formaliz\u00f3 en\u00a0Sariri<\/em>, un proyecto textil con el que da trabajo a bordadoras y tejedoras de la Puna y el Valle. \u201cYo s\u00e9 que toda esta \u00faltima etapa de mi vida est\u00e1 muy atravesada por Daniel, su carrera y su experiencia<\/em>\u201d, confiesa Male. Daniel es un contador y empresario al que conoci\u00f3 una noche en plena epidemia de la Gripe A, meses despu\u00e9s de volver de hacer una maestr\u00eda en Suiza y en medio de la cl\u00e1sica crisis del reciente repatriado. \u201cFue una de esas noches en las que todo estaba cerrado y se supon\u00eda que no se pod\u00eda salir de las casas, quer\u00edamos ir a tomar algo con unos amigos y encontramos un lugar medio clandestino. Cuando est\u00e1bamos ah\u00ed lleg\u00f3 Daniel, me acuerdo que pregunt\u00e9 por \u00e9l<\/em>\u201d, confiesa. \u201cNuestra historia fue muy fuerte porque empezamos a salir sin pensar que eso se pod\u00eda transformar en lo que fue<\/em>\u201d, confiesa. \u201cLos dos est\u00e1bamos en momentos dif\u00edciles, no est\u00e1bamos pensando en una pareja, era medio un que si que no\u2026 Pero una vez que nos decidimos fue todo muy r\u00e1pido<\/em>\u201d, asegura. Seis meses despu\u00e9s de ponerse de novios, Daniel y Male se mudaban juntos al lugar que desde entonces comparten.<\/p>\n Entre los 16 y los 30 a\u00f1os, la vida de Male est\u00e1 marcada por los viajes y proyectos acad\u00e9micos. Per\u00fa, Bolivia y Suiza son parte del peregrinar que termina cuando llega a esta casa, despu\u00e9s de haber viajado a Ginebra con una maestr\u00eda en desarrollo y cooperaci\u00f3n internacional. \u201cYo siento que esa combinaci\u00f3n de lo tradicional y lo m\u00e1s libre siempre estuvo muy presente en m\u00ed: por un lado yo ten\u00eda todos mis proyectos y ambiciones y por el otro, lo que sent\u00eda que se esperaba de m\u00ed<\/em>\u201d, reflexiona. \u201cCuando logr\u00e9 superar esa barrera y saltar esa pared llena de angustia y trabas, cuando entend\u00ed que tener un proyecto m\u00edo era algo posible fue increible<\/em>\u201d, asegura. Estamos sentadas afuera mientras que adentro Daniel y M\u00e1xima preparan unos caf\u00e9s. \u201cAntes de conocer a Daniel yo era m\u00e1s bohemia: iba y ven\u00eda y era muy vol\u00e1til en los proyectos. \u00c9l fue el primero que me anim\u00f3 a armar algo propio en donde yo pudiera poner toda mi experiencia y expectativas<\/em>\u201d, asegura. Como pasa en los felices casos en los que los opuestos son complementarios, la mirada y la experiencia de empresario de Daniel fue fundamental para crear el proyecto que hoy da trabajo a decenas de bordadoras y tejedoras.\u00a0\u201cYo siempre tuve una idea de lo que quer\u00eda porque me hab\u00eda quedado un pendiente que ten\u00eda que ver con los Valles de Jujuy. El Valle con su tradici\u00f3n de bordado en polleras y rebosos tiene toda una cultura que ya no se ve m\u00e1s<\/em>\u201d, explica. Llevar esos bordados a sacos, tapices y alfombras contempor\u00e1neas pero cargadas de identidad fue el desaf\u00edo que Magdalena abraz\u00f3 hace seis a\u00f1os. Como alguna vez hizo su madre con ella, hoy es Male la que sube a M\u00e1xima al asiento de atr\u00e1s y la lleva de pueblo en pueblo visitando hilanderas y bordadoras.<\/p>\n\u201c Nuestro caso es particular porque por un lado tenemos esa cosa libre y viajera que nos meti\u00f3 mi mam\u00e1 pero tambi\u00e9n un costado tradicional muy fuerte de la familia juje\u00f1a t\u00edpica \u201d<\/em><\/h5>\n
\u201c<\/em>\u00a0Yo siento que esa combinaci\u00f3n de lo tradicional y lo m\u00e1s libre siempre estuvo muy presente en m\u00ed: por un lado yo ten\u00eda todos mis proyectos y ambiciones y por el otro, lo que sent\u00eda que se esperaba de m\u00ed<\/em>.\u00a0Cuando logr\u00e9 superar esa barrera y saltar esa pared llena de angustia y trabas, cuando entend\u00ed que tener un proyecto m\u00edo era algo posible fue incre\u00edble<\/em>\u00a0<\/em>\u201d<\/h5>\n
\u201c \u00a0Antes de conocer a Daniel yo era m\u00e1s bohemia: iba y ven\u00eda y era muy vol\u00e1til en los proyectos. \u00c9l fue el primero que me anim\u00f3 a armar algo propio en donde yo pudiera poner toda mi experiencia y expectativas\u00a0<\/span><\/span>\u00a0<\/span><\/span>\u201d<\/span><\/span><\/em><\/h5>\n\n\t\t